Mi vida tomó un nuevo rumbo desde que vine de paseo a Alemania por primera vez en el 2013. Cuando volví a Colombia tomé la decisión de hacer una maestría en Alemania. El primer paso fue empezar un curso de alemán.
Después de investigar y preguntar a amigos y conocidos decidí que la mejor opción era viajar como Au-pair; por medio de una agencia online (en la que no tuve que pagar nada) conseguí una familia en Baviera, ellos me enviaron el contrato y el seguro médico, yo presenté el examen A1 de alemán en el Goethe-Institut, fui a la embajada y empezó mi aventura.
Llegué a una pequeña ciudad cerca de Múnich, lo cual fue una gran ventaja; en menos de media hora ya estaba en el centro de Múnich y gracias a eso pude explorar una de las ciudades más bellas y famosas de Alemania. Pude ir al festival de la cerveza más grande, el Oktoberfest, y vestir el traje típico, el Dirndl, aunque me sentía bastante rara todos lo llevan con mucho orgullo. Otra de las ventajas fue conocer personas de otros países y conocer nuevas culturas, que te hacen ver el mundo de una nueva forma.
Luego de vivir un año con una familia alemana en la que debía hablar español con las hijas, consideré que mi alemán no era el adecuado para aplicar en las universidades, así que decidí buscar un voluntariado (FSJ – Freiwilliges Soziales Jahr). Conseguí un puesto en un Kinderhort (guardería) durante un año (el máximo permitido son 18 meses); allí no era necesario un nivel específico de alemán, ellos ya habían tenido voluntarios de otros países y sabían que es una gran oportunidad para mejorar el idioma.
Para solicitar la Visa de FSJ solo necesité el contrato. El salario base eran 363€ más 289€ para vivienda, la cual tuve que buscar por mi cuenta. Con ese dinero pagaba un cuarto, el tiquete de tren y el curso de alemán, y final de mes me quedaba muy poco, pero como comía en el trabajo tampoco necesitaba más. Al terminar el FSJ me dediqué tiempo completo a prepararme para presentar el TestDAF para certificar el C1 de alemán, y a aplicar a distintos programas de maestría.
En este punto ya tenía mi diploma y mis notas de Colombia traducidas al Inglés y apostilladas, aquí en Alemania tuve que ir a una Notaría para sacar copias oficiales (por ser traducidas al Inglés). Finalmente fui aceptada en la universidad de ciencias aplicadas de Múnich (Hochschule München), así que después de más de 2 años por fin estaba alcanzando mi meta. Hoy en día sigo aquí en Múnich, tal vez una de mis ciudades favoritas, a punto de terminar mis estudios y empezar una nueva etapa.
Este viaje no ha sido fácil, pero siempre diré lo mismo y es que no me arrepiento y lo volvería a hacer.
La cultura alemana y colombiana tienen sus similitudes y sus diferencias, pero cuando uno llega solo a este país inevitablemente son más fuertes las diferencias y muchas veces me pregunté si había tomado la decisión correcta; al hacer una mirada al pasado me doy cuenta de todo lo que he aprendido y crecido como persona y cada vez que alguien me dice que quiere irse a otro país, les digo que no lo duden, que se lancen a la aventura.